La Botánica Andalusí en Villa María Jardín-Huerto

 Villa María Jardín-Huerto cuenta con especies que forman parte de la Botánica andalusí. Especies agrícolas, medicinales, aromáticas u ornamentales, autóctonas de Andalucía o introducidas desde Oriente durante al-Ándalus. Muchas de ellas de gran relevancia botánica y casi bicentenarios como el arrayán morisco, el ciprés, el laurel y el jazmín. Estas especies, originarias del antiguo huerto morisco que fue en su origen Villa María, permiten conocer el legado botánico Andalusí.

 Apenas quedan referencias de cómo pudo ser el ancestro y origen del Jardín-Huerto morisco. El geópono almeriense Ibn Luyun (s. XIV) fue el autor de una célebre obra llamada Kitab al-filaha (Libro de agricultura), que escribió en verso con el fin de que pudiera memorizarse fácilmente (Ripoll, 2013). En ella ha dejado unos apuntes de la morfología del antiguo jardín morisco. Según describía, los macizos de plantas, generalmente aromáticas, estaban situados junto a la alberca. “Un poco más lejos se emplazaban los macizos florales y los árboles de hoja perenne. Ya rodeando el predio, una cerca de viñas, higueras y otros árboles semejantes marcaba las lindes, mientras que los paseos se cubrían con parras, a modo de pérgolas. Uno de estos paseos delimitaría el jardín de flores y plantas aromáticas, mientras que a cierta distancia de las viñas se situaría la tierra de labor”.  Parte de esta configuración, incluyendo la alberca y el sistema de riego por acequias, puede apreciarse en el diseño originario de Villa María, donde las puertas y ventanas del muro o tapia de adobe que rodea al jardín siguen pintadas con el color original, “el azul añil”. La tradición del azul añil fue heredada por los pueblos rurales tras la Reconquista, conservando su valor protector y estético. Hoy se considera un símbolo del legado andalusí en los pueblos de Andalucía.

 Cressier (1992) describe el Jardín-Huerto como «jardín de recreo cristiano en un campo de tradición morisca». El Jardín-Huerto de la Alpujarra encuentra su origen en la tradición de los jardines y huertos moriscos, y el Jardín de Guarros, en Paterna del Río, es el testimonio de la transición de los jardines moriscos a los jardines cristianos que tuvo lugar en los siglos XVI-XVII. Cressier (1992) describe estos jardines como jardines de recreo inicialmente pequeños en un ambiente rural, y cita el Jardín de Guarros en Paterna (Alpujarra de Almería) como jardín que mantiene el carácter morisco, al igual que en los cármenes de Granada, en lo relativo a su estructura, forma y arquitectura, elementos de gran importancia en los jardines musulmanes, así como el agua y la mezcla de la función agrícola y de recreo. Se diferencian dos zonas, una de cultivo (con especies cultivadas de función mixta ornamental y reproductiva) y una de recreo, prolongación de la fachada, con espacio central sin cultivos, flanqueado por arriates delimitados por setos de arrayán y cipreses. Posteriormente estos jardines evolucionan a los jardines-huerto decimonónicos que se crean en la Alpujarra de Almería, más notablemente en los pueblos de Canjáyar, Fondón, Laujar y Alcolea. Parte de la morfología de los jardines-huerto morisco y su trazado pueden verse aún en Villa María.

 Además del legado cultural, es importante destacar el legado botánico. Algunas de las especies vegetales utilizadas originariamente para la creación de los jardines, y de mayor importancia botánica, aún perduran y se consideran como «joyas botánicas», caso del mirto o arrayán en Villa María (Canjáyar).